miércoles, 5 de mayo de 2010

Viernes 5

Viernes cinco, seis de la tarde, mientras espero parado en aquella esquina, fumando un cigarrillo, me preguntaba cuanto tiempo tardaría en llegar, si de nuevo me dejaría plantado como todas las tardes o si aquel seria el día señalado por ella para encontrarme.

Nunca estuve tan seguro como hoy, veo a los automóviles pasar de un lado a otro, ajenos al mundo, como la mayoría de cosas que transitan por las calles de la ciudad y me preguntaba si me recogería en uno de ellos, si aquella era la manera en la que quería encontrarme.

La he buscado tantas veces y nunca la he encontrado, cuando estoy desesperado pienso que ella también se me fue negada, al igual que tantas cosas en el mundo y que debería acostumbrarme a vivir sin ella. Pero hoy no es momento para desesperarse, hoy es el día, hoy debe llegar, termino mi cigarrillo y empiezo a mirar el sol poniente con una mirada siniestra: al final del atardecer, pienso, ella vendrá al terminar el atardecer.

Un presentimiento me asalta de repente, no es en esa esquina, es en aquel puente peatonal que se yergue inmenso frente a mí, entonces camino de repente y subo: no hay nadie, solo algunos pasan tan pronto como pueden. ¿Por qué encontrarme en un sitio tan solitario?

Nadie sabe en qué piensa ni porqué hace las cosas, ella es libre y gusta de su libertad, le gusta encontrarse con todos en momentos inesperados, sorprenderlos, y eso es lo que hace tan especial, pero no sabe que yo la busco desde hace tiempo, anoche me propuse buscarla una vez mas y la sola idea ni siquiera me dejó dormir, un triste café por la mañana y un jugo desabrido en vez de almuerzo, la ansiedad no me ha dejado probar nada, solo mis propios pensamientos.

Esta oscureciendo: los automóviles ya circulan con las luces encendidas y las tonalidades naranjas del cielo se empiezan a desvanecer, ella no tarda, lo presiento, la imagino llegando, sus pisadas en el pavimento su aliento helado en mi nuca, sus manos frías en mis hombros, su susurrante voz diciéndome: Hola.

Una chica pasa por mi lado y se asoma a mirar el vacío, me mira, me dirige una mirada triste y una sonrisa tímida y se retira nerviosa, sabe que la busco, tal vez ella también la esté buscando, pero ella es así, nunca se muestra a todos, selecciona a sus encuentros casuales, eso la hace tan irresistible, tan deliciosa.

Ya ha anochecido y el tráfico se ha vuelto estresante, siento que la hora se acerca y mi corazón empieza a latir con fuerza. Estoy seguro, hoy día la encontraré, la ciudad se empieza a convertir en una fiesta de luces de neón y un viento helado empieza a golpearme la cara: señales, ella esta cerca.

Suspiro, tomo un poco de aire y siento como mi mente empieza a bloquear mis pensamientos, poco a poco, el silencio llega y los ruidos huyen atemorizados, me trepo al muro, un zumbido empieza a incubarse en mi cabeza, débil, pero conforme mi emoción aumenta va cobrando mas fuerza, ella ha llegado, la siento tomarme la mano e invitándome a saltar, no puedo resistirme, cierro los ojos y tomo impulso.

Una mano tomándome sorpresivamente el hombro, un grito de mujer, el zumbido agudo, ahora ensordecedor y un golpe seco en el pavimento, mi cuerpo pidiendo clemencia mientras escucho chirridos y un trueno ensordecedor: es todo, ha llegado, ya está aquí.

***

Domingo nueve, diez de la mañana, paredes blancas y una mente en blanco encerrada en un cuerpo lleno de dolor. Una mujer vestida de blanco, con cara de desvelo, escuchando un radio:

- “Hace unos minutos acaba de fallecer el bebé de ocho meses de gestación que fuera extraído del vientre de su progenitora luego de que esta falleciera en un aparatoso choque en la tarde del viernes. Como se recordara en el siniestro murieron cuatro personas, la madre del niño, que acompañaba a su esposo quien conducía uno de los vehículos y que falleció instantáneamente, el conductor del otro automóvil implicado y una joven que trató de salvar al suicida que causó el accidente, al parecer la joven trató de sostener al hombre de 25 años que se lanzó al vacío, pero fue vencida por el peso de este. El suicida se encuentra hospitalizado y su estado es reservado”.

- Dios mío – gime la mujer.

Ella había llegado, pero no por mí, una vez más me resultó huidiza. Me utilizó para encontrarse con cinco personas que no querían encontrarse con ella. Ella es así, independiente y siniestra y yo, seguiré esperándola hasta que decida encontrarme, tal vez en el momento menos esperado: siempre jugando conmigo.