jueves, 11 de febrero de 2010

Fotomatón

Tenían en sus manos el poder de congelar el momento. Ese maldito momento. El poder de detener el tiempo. Maldito tiempo. Tenían en sus manos el instrumento que haría que aquel fragmento de segundo durara casi una eternidad. Es probable que más que su propia vida. Y entonces buscaban el lugar ideal para que fuera el escenario de tal acontecimiento. El fondo del milagro. Y escogió ella, un lugar lleno de flores amarillísimas que contrastaban a la perfección con su blusa roja y su jean azulado, y se paró frente a las flores, se arregló un poco el pelo, se secó el sudor, se acomodó la blusa, puso sus manos en la cintura, ladeó la cadera un poco, y entonces se hizo la sonrisa, la más perfecta de las sonrisas, la más fingida también, pero qué bien fingida, sus labios rosados mostraban casi todos los dientes, y sus mejillas encogidas la hacían verse feliz. Quién sabe, si logró alguna vez sonreír así, sin fingir. Pero para el momento ahí estaba ella, sonriendo frente a las flores amarillas. Uno, dos, tres, la foto fue tomada. El momento fue capturado, eternizado, el milagro estaba hecho. Pero el nudo continuaba en su garganta,el maldito nudo, invisible ante la cámara.

La dolce Vita

Le dolía en el alma, la soledad del vidrio.Prefería la madera con cierto olor a roble.Le dolía en el oído la frialdad del teléfono,y en los ojos, la arrogancia de las paredes.Pero limpiaba el vidrio con extremo cuidado.Pagaba con puntualidad el recibo del teléfono.Y todos los años pintaba las paredes.

El asombro

Ante la absorta mirada de todos, se levantó (una vez más el pobrecito); dio unos pasos y sin tener que explicar nada a nadie, al verlo no respirar, todo mundo entendió que la FELICIDAD para él, no era algo que le resultara insoportable como a los demás, y no tuvo que justificar el porqué o el cómo podía,aún, levantar las manos al cielo y caminar, extender los labios un poco y sonreír, sin pulmones para respirar, sin labios para reír. Lo que importaba era que algo en el pecho aún hacia un tic tac parecido al reloj, rompiendo el silencio que causó el asombro. Los pobres ingenuos creían que era el corazón.