Mientras bajaba por las gradas del pórtico se arregló el microvestido y no sin mucha dificultad se arregló también el cabello, ya en la calle empezó a caminar a paso lento, haciendo sonar los tacones en el oscuro pavimento y al llegar a la esquina encendió un cigarrillo, eran las seis de la mañana.
Todo empezó la noche anterior, en el bar de luces de neón, esa noche había sido muy mala, el lugar no tenía mucha gente, habían acudido en parejas la mayoría y ella había estado sola, sentada en el bar, bebiendo un cóctel, fumando y escrudiñando a las personas que la rodeaban esperando a que alguien apareciera para sacarla a bailar e invitarle unos tragos, era ya casi medianoche.
Y de repente pasó, llegó el, vestía un saco de cuero negro y unos pantalones negros también, fumaba un cigarrillo y se sentó en una mesa cercana a la puerta mirando a las personas con indiferencia; ella volteó y miró a su copa, la terminó de un solo trago, se sacudió el cabello con la mano al momento que se disponía a levantarse de su asiento para empezar a caminar hacia el recién llegado.
“¿Qué pasaría?”, se preguntaba ella mientras cruzaba la pista de baile, casi vacía;”tal vez la noche no esté tan perdida”, se preguntaba también cómo sería aquel hombre misterioso, si estaría esperando a alguien más o si no estaba interesado en conocer a nadie, alguien la empujó, ella retoma la calma y con la cabeza y sangre fría termina de acercarse a él.
-¿También solo?- le preguntó mientras se situaba a su costado y le tomaba por el hombro, el estrujó su cigarrillo y lo apagó en el cenicero de la mesa; -Me llamo Zeta y esta es una de las noches más aburridas de mi vida, las otras son las navidades que he tenido que pasar durante los 20 años que he vivido.
No dijo nada, no respondió, se limitó a ver su reloj y a llamar al mozo para pedirle una botella de vino, ella estaba estupefacta, ni siquiera la había mirado, iba a retirar su mano y marcharse del lugar presa de una gran humillación cuando él se dio vuelta y tomándole de la mano la invitó a sentarse con una señal.
Ella tomó asiento frente a él, tomó un cigarrillo de su bolso y él le ofreció fuego, - ¿Mala noche?- se rió sardónico –hoy es noche de viernes y extrañamente nadie ha salido a divertirse solo, bueno yo…- calló y preguntó con una nueva carga sarcástica -¿A qué te dedicas?.
-A regalarle mi compañía a la noche, a hacer felices a los otros, compartiendo lo que deseen que les comparta.
-Puta, poeta , eres una puta poeta, tan puta como la poesía - se calló y rió sonoramente, ella no se inmutó, decía la verdad, así que rió también y empezó con la rutinaria tarea de ponerse coqueta y decirle lo que estaba acostumbrada a decirle a cualquier sujeto con que se encontraba.
Así pasaron algo de quince minutos de incesante coqueteo entre copas de vino y cigarrillos cuando él se recostó sobre la silla y rascándose un poco la cabeza dijo, bastante hostigado, -Okey compañera de la noche, ya dijiste lo que todas ustedes están dispuestas a decir, ahora dime cosas que no hayas dicho nunca antes, que de lo otro ya sé bastante.
-¿Qué mas podría decirte?
-Palabras no prefabricadas, cuéntame algo de ti, de cómo empezaste a frecuentar este mundo.
-Una puta no revela sus secretos
-¿Eres estudiante y no tienes dinero?, ¿de pequeña tu familia de arrastró a esto y no sabes hacer otra cosa?, oh vamos niña siempre hay una razón.
-Lo hago porque me gusta, y por todo lo demás también, ya hablé demasiado, juguemos, ahora te toca a ti, di cualquier cosa.
-Equis, mi nombre es Equis.
-No esperarás que crea eso
-Tú te llamas Zeta, así que te sigo la corriente, soy profesor y no preguntes de qué, hoy he salido a dar una vuelta buscando a alguien con quien conversar.
-Pues de la manera en la que te expresas nadie quería conversar contigo y menos aún sabiendo que eres profesor, apuesto a que no eres casado.
-Correcto, no hay una razón lógica, así que no preguntes por ello.
-Okey, ¿Quieres salir a bailar?
-Esa canción es realmente patética
Ella lo tomó de la mano y se lo llevó casi a rastras a la pista de baile, el se paró sin moverse, no tenía intención de hacerlo, así que decidió tomar la iniciativa y empezar a bailar ella sola, lo tomó de nuevo de las manos y se acercó a él, puso sus manos sobre sus cintura y empezó a bailar de nuevo, el tuvo que moverse entonces; se rió un poco de la torpeza con la que el se movía y luego empezó a mirarlo fijamente a los ojos, eran negros, pero había algo que le daba una tonalidad gris a su mirada, el rió torpemente también, luego se detuvo, se soltó y regresó confundido a la mesa, ella se detuvo por un momento, confundida, y luego lo siguió.
El encendió un nuevo cigarrillo, ella bebió de su copa de vino.
-A veces, hablar hace bien…
-No es mi intención hacerlo, mucho menos con una desconocida
-Entonces puedes quedarte con tu carga y seguir con tu vida aburrida y deprimente
-Jamás me he chocado con una puta tan fastidiosa
-Las demás sólo te atienden sin siquiera mirarte, te aseguro que no se acuerdan de ti, eres solo uno mas de muchos.
-¿Por qué no eres como las demás entonces? Haz tu trabajo, no me molestes más por favor
-Tú fuiste el que me pidió que saliera del guión, tranquilo, no quise molestarte, permiso- se levantó de su asiento cuando él la tomó de la mano, ella volteó y lo miró: estaba mirando su copa, se sentó y se acercó un poco más, empezó a acariciarle el cabello y esta vez el no opuso resistencia, estuvieron así durante mucho tiempo.
-Olvida lo que dije antes y la manera en la que me expresé, no fue mi intención, lo siento.
-Un poco de amabilidad, vaya, esta noche no es tan mala entonces.
- No me gusta hablar de mis cosas, no con una desconocida.
-Querido, he conocido tantos hombres en mi vida que puedo describirte a ojos cerrados. Todos los hombres son iguales, responden a un grupo determinado.
- Ese argumento lo he escuchado un millón de veces y justo de mujeres que responden a un grupo determinado: las despechadas.
- ¿Así que volvemos a las andanzas?, el niño cruel muestra sus garras de nuevo… siempre a la defensiva, ¿Por qué te escondes?
El terminó el cigarrillo y lo presionó con fuerza en el cenicero, ella lo tomó de la mano y buscó sus ojos, el volteó el rostro y miró a la pared.
- Aquí no, aquí eres una desconocida
- ¿Quieres conocerme mejor?
- ¿Estás insinuándote?
- Cariño, si aún estoy junto a ti es por una razón….
Otro cigarrillo, se sirvió la última copa de vino y pidió la cuenta. Ella se volvió a acomodar el cabello y se levantó dirigiéndose a la puerta, el esperó un momento a que el mozo se acercara, pagó la cuenta y salió a la calle donde ella lo esperaba, se miraron a los ojos bajo el reflejo rojo de las luces de neón, el la tomó de la mano, ella se apoyó en su pecho y juntos empezaron caminar, sin rumbo, perdidos.


1 comentario:
la ficción cuando nace de los deseos, sueños o ilusiones de un artista es tan sugestiva que siempre puede resultar siendo el primer capítulo de una gran novela...
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