miércoles, 30 de diciembre de 2009

Memorias infinitas

20 de agosto de XY

¿Somos antes o después? No tengo idea. No queda memoria de nosotros. Nadie nos ha pensado aún. Y aunque intente recordar el día en que te amé por primera vez, resulta que aún no te conozco. ¿Eres Z o yo soy V?
No lo sé. Créeme que no lo sé.

07 de septiembre de 1112

El día de nuestro aniversario número 1000 le pedí a ella que tomara nuestras cosas y empezara a quemarlas en el patio. Mientras tanto, yo tomaba del refrigerador la última botella de vino y vaciaba su contenido en el retrete.
Tras mil años de relación, nuestro único deseo era dejar todo lo vivido atrás, alegrías y tristezas; con el único fin de desnudarnos esa noche y reírnos hasta la madrugada de la situación de nuestros cuerpos. Libres al fin de los dictados del mundo, sin preguntarnos siquiera si el amor existe; simplemente disfrutando de la falsa eternidad del lugar, de la compañía perfecta, del odio a las promesas y del deseo íntimo de volver a nacer.
Reír juntos mientras su deseo se cumple y yo la miro bañar con lágrimas sus labios. Mientras, poco a poco, sonriente, me voy quedando dormido…

23 y 22 de agosto del 2009

¿Y desde cuándo los días son tan buenos que han empezado a ir hacia atrás?

10 de septiembre del 2002

Junto a una pista enorme existe una muralla, la resguarda el ejército. Junto a esa muralla gris hay un jardín de arena, plantas secas y un poco de basura. Junto al jardín vemos una vereda y, sobre ésta, una banca de cemento. Sobre la banca estamos nosotros, forasteros, perdidos en un mundo que, tras parpadear, dejó de ser nuestro. Estamos tomados de la mano, mientras vemos la pista mojarse con una lluvia de pétalos negros. Hace frío, el cielo es blanco; el aire, gris…todo se llena de pétalos: la muralla, el jardín, la arena, también el tiempo. Y la banca sobre la vereda y nuestras manos juntas, aferrándose a la vida.
A su maldita y rabiosa soledad.

Del 17 al 21 de septiembre de 1111

Las cuatro cifras del año suman 4. Más él, que nació de ti, son cinco. El futuro se agrupará en años de 60 meses, cada uno, de ahora en adelante. El nuevo orden ha nacido y somos las tres caras de una misma moneda. Muy pronto el conflicto será inevitable. El ser humano descubrirá sus ansias por dominar. Estaremos muertos y vivos en un nirvana infinito, más cerca del cielo y del infierno de lo que nunca estuvimos, más desnudos y cubiertos que nunca, más amantes y enemigos que al comienzo, más yo, más tú, más él. Más nunca.

31 de diciembre del 2009

Toma nota, Lady: Este día nunca existió.

martes, 29 de diciembre de 2009

Lista de compras


Si quieren que les diga la verdad, no me gusta la difusa, siempre anda hablando del alma y esas cosas. Yo no me suelo fiar de esa gente porque tiene que ser frívola, la difusa revisa la marca de la ropa en tiendas caras, mientras le cuenta a la parca “ qué el amor es así, extraño, que la melancolía va acompañada de desencanto, que la presencia de quien se cruza en la vida de alguien nunca se logra ir por completo” le dice también, mientras extiende un polo de la marca más cara, para verlo mejor, que “hoy conoció a una mujer que con muchos años encima y una mirada triste” la parca le dice...no, la parca no le dice nada. Yo sólo le digo que aquel polo está bonito. La parca toma la conversación y por enésima vez, la Difusa y yo nos miramos diciéndonos todo, diciéndonos, ahí va la parca con lo mismo, y la parca empezaba otra vez su historia, siempre la contaba desde distintos ángulos, pero con el mismo final, “pero ya no lo quiero, que se vaya”. La gente ese día, había llenado la tienda, apenas si se podía pasar, y la difusa tenía que esperar en la cola para probarse la ropa. Mientras a mí todo me aturdía,sobre todo el bullicio. La difusa con su innata humanidad, frívola y la vez sentimental, me contagiaba su melancolía, ella era la artista, no hay artista que no sea triste, todos la creían bonita, pero sólo era triste. Y la parca con su eterna historia, me detenía en el tiempo y me asfixiaba más que el aire acondicionado mezclado con el olor a ropa nueva y las entonaciones al hablar de las pitucas de la ciudad, que flotaban como himno de gloria en toda la tienda, que asco; deprimida por la difusa y detenida en el tiempo por la parca. Sólo tenía en mente a aquel mirándome, perenne, ¡sí! perenne como la historia de la parca. Por ese sentimiento de congelamiento del instante, culpo a la parca, y por último, la tristeza poética que también causa recordar su mirada, esa, esa es sólo culpa de la difusa.

Al final la difusa regresa a su casa con ropa nueva y con un libro de poesía, la parca regresa a su casa sin nada en las manos, pero no puedo evitar pensar que regresa diciéndose “pero ya no lo quiero, que se vaya”, y yo, de tanto escucharlas, regreso con una parte de la difusa y una parte de la parca, y ninguna estaba en mi lista de compras.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Sueños...y sobras de la Navidad

Los sueños son el espejo de miedos, pasiones, cóleras, intrigas y de todo cuanto puede albergar el corazón humano.
Escribir es una extensión de aquellos sueños o el principio de los mismos, si se quiere.
Escribimos para tratar de ser como nuestro yo oculto, en algún lugar del cuerpo: una imagen oscura de nosotros mismos que se divierte y se burla mientras crea, a todas horas, sin descanso. Que se burla de su yo gigante y corpóreo, habitante del mundo. “Ja, ja, ja, pobre mortal, condenado a mirar de lejos lo que yo creo, sin poder tocar más que el aire exhalado por la fantasía, ¡pobre mortal!”.
Los sueños son el resumen de aquella burla, noche tras noche. Por eso a veces preferimos olvidarlos, porque alguien nos dijo de niños que a palabras necias, oídos sordos. “Ja, ja, ja, pobre mortal, si supiera que ‘necio’ viene del héroe Neciodo, que con su dulce poesía convenció al Diablo de no matar a Cristo antes de nacer”.
En sueños somos dioses, titanes, magos. Los hombres son mujeres; los niños, grandes; los viejos, jóvenes; las mujeres, Mujeres. Nada se vuelve imposible cuando dormimos, en la película proyectada por aquel mayordomo elegante que nos hace creer millonarios, dueños de Playboy, Bruno Díaz o la octava reencarnación de Cortázar según la mitología griega. Él nos sirve el vino de los Dioses mientras nosotros miramos la película, reímos, damos una pitada al puro que humea entre los dedos y nos dejamos engañar por nuestro siervo, el único que no ha olvidado que, al fin de cuentas, el culpable siempre es el mayordomo.
Y al día siguiente, ya despiertos, intentamos volver a estar soñando: intentamos escribir.

(A un mayordomo llamado Neil Gaiman)
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La ruta del reno

Mi abuela está loca, siempre lo ha estado. Mi tío dice que tiene tanto dinero como locura. No me gusta lo segundo. Especialmente porque sus delirios de mujer recatada parecen empeorar con el verano y, más aún, con la llegada de la Navidad.
Aquella noche era veinticuatro. No hacía ni frío, pero ella estaba abrigadaza. Mis padres me habían dejado encargado en la enorme mansión familiar. Yo sólo miraba las arañas que caminaban borrachas sobre la pata de una mesa, cuando la abuela me habló.
- ¿Alguna vez te he cantado el villancico de “La Ruta del Reno”?
- No.
- Bueno, pues escucha con atención…
Y respiró profundamente, con dificultad, arrugando su nariz hasta convertirla en una pasa, y cantó:

La ruta del Reno
que persigue la nieve
nos lleva a donde nacen
los suspiros

Ahí donde los duendes
afinan del Brillo
las cuerdas doradas
que apresan al Sol

E hibernan las horas
robadas al Cronos
que ruge en su jaula
de orozuz

Y el cruel domador
de barba teñida
divide los copos con su voz
dibujando su rabia
en el seno del viento
al son de su látigo,
Belcebú

¡Y emprende carrera
en trineo de hielo
llevado por sendos
tucanes de mar!

¡Y así el veinticinco
trepando los techos
se mete a las casas
queriendo robar!

Una-sola-cosa…

Porque cuando duermes
te deja regalos
que tú ingenuamente
prefieres mirar

Sin saber que en tu sala
de todo lo bueno
hace falta el divino
que han venido a adorar…

- ¡Ya entiendo! –interrumpí-. Es por eso que algunos dicen que es de buena suerte robar el Niño Jesús de otro nacimiento.
- ¿Qué? ¿Quién te ha dicho eso?
- Mi amiga Matilde.
- Ja, ja, ja, ay hijo, ¡esa es una tontería! Todo el mundo sabe que Diosito se lleva al Niño Jesús de los nacimientos cada año, cuando llega la navidad.
- ¿Para tener buena suerte?
- ¡No…!
Me respondió de golpe; y, tras parpadear un poco, continuó.
- Para que no se lo vuelvan a matar.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Manhattan

Andábamos juntos
similares a los árboles mojados,
tú me tomabas de la mano;
yo sostenía dos velas encendidas
y tu una flor siempre a punto de marchitarse,
me pregunto si tu deseo era regalármela,
pero si así fue, porqué nunca me la regalaste...
Andabas siempre en pena
yo acobijada en tu almohadilla
descansaba en mi tristeza.
Andabas casi siempre con un poema en la punta de la lengua
mientras yo soñaba con imágenes
tú decías "esas imágenes merecen ser soñadas
entre las páginas de un libro"
pero nunca encontramos el libro...
Yo podía perderme en el silencio como de costumbre
y tú aún en tu atmosfera congelada
desasías los inviernos de mis manos sin decir nada.
Hubiéramos querido nacer en los años 70 y en España...
Nos tomamos el tiempo necesario
para reclamarle al mundo el pequeño error,
pero no ocupamos
ni un segundo en reclamarle a Dios,
porque era una gran falta frente a Nietzsche
que nos hablo de la esperanza,
pero aun así le pusimos color,
porque siempre he tenido el corazón zurcido
y he reído de la mala combinación de colores
tan graciosa como un álbum indie
y como los papeles recortados
que caían de tu mesa desordenada
que ahora está vacía.
Pero me la puedo imaginar con papeles descoloridos
como tu traje desteñido y tu mirada inmóvil
que sobresalía en aquel parque,
como un destello,
desde aquella banca invisible y volátil.
Me gustaban tus palabras absurdas como helado
sin tildes y sin complicaciones
eran suaves como algodones,
para ser dichas en domingo,
el día que destinamos para tener los ojos tristes.
Los viernes eran para enamorarnos,
los sábados eran sólo para ser pronunciados,
los lunes eran para bordar iniciales.
He olvidado para qué eran los demás días,
pero nunca nos gustaron los miércoles,
a mi han seguido sin gustarme,
porque los miércoles
me los he imaginado siempre
con las manos vacías.
Una vez dibujamos un caballo
regordete y con las patas cortas
cuando no quedó nada más que el caballo
le dibujaste unas líneas que simulaban dos alas,
en serio esperaste que volara,
era triste ver al caballo aún con alas anclado,
así es como yo me siento ahora,
que del cielo solo escojo las tonalidades grises
los globos amarrados a los árboles
han hecho que pierda el rumbo de las nubes
las palabras guardadas en las galletas de menta
se han perdido entre los bolsillos de mi jean grisaseo.
Y he apostado las envolturas
A que Manhattan y La buena vida
han causado un gran daño
porque aún suspiro los viernes
y aún pronuncio los sábados.