El otro día subimos por primera vez a su casa. La vi y no pensé en nada más que en besarla. La besé. Y esa fue la frase estúpida de la semana. El acantilado por el que se precipitaba era la vista de mi ventana, ni modo yo quería besarla y ella...se veía con sus maneras amables de hablar y de mirar, de forma tan poética que parecía dispuesta, cierta sensibilidad en ella me dejaba maravillado y atormentado, no era sexi, no era tierna, era triste, un trago dulce y a la vez agotador de sentimientos profundos, no sabía si estaría dispuesto a todo eso, pero a besarla, besarla, eso quería hacerlo, desde hace mucho. Mi principal característica es cierto estoicismo a demostrar lo que siento, heredado de mi madre, según creo yo, que con despiadado cariño solía nunca abrazarme, pero con un par de golpecitos en la cabeza ella creía que bastaba. Yo también lo creía. Pero ahora que estoy frente a ella, sé que unos golpecitos en la cabeza no bastan. Tendría que decirle más, hablarle, contagiarme de eso extraño que ella tiene, pero no me sentía dispuesto, no podía, prefería darle unos golpecitos en la cabeza y luego correr. Su imagen densa me asustaba. Lo confieso. Mi modo de hablar y actuar la mayoría de las veces se confunde con recato, pero es sólo cobardía. Con un beso en la mejilla rompí los espacios y cumplí la profecía de un verso escrito en la pared a modo de grafiti, que ahora según ella hacen mofa de lo sucedido. Se acercó mi boca a su boca y mis manos a sus manos. Aproximadamente una hora después, no podía dejar de pensar en eso, mis prisas por despedirme de ella sólo eran un intento por camuflar el miedo a mis propios insultos, un grito de dolor atormentaba mi mente. En suma la había besado, como alguna vez lo imaginé. Pero no pensé en el mañana. Qué hacía mi madre después de darme unos golpecitos en la cabeza, pues nada. Eso le era más fácil, seguramente si me abrazaba, tendría que luego ser más atenta. O medirse la fuerza de sus castigos. Mantenerse siempre en una línea de afecto, es mantenerse seguro, pasar esa línea implica mayores cosas. Y eso es mucho para alguien que tiene miedo y que es tan solicito de la culpa como yo. Para la mañana siguiente preferí mantenerme callado, observando el amor desmedido que la gente se profesaba. Yo preferí el claroscuro de mi soledad. [..]
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Hace 4 años


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