Rave estudiaba conmigo en la secundaria. No éramos tan cercanos en realidad. Bueno, nunca llegué a tener algo cercano con nadie durante aquella época. Ambos sólo teníamos tres cosas en común: éramos vecinos de carpeta en el salón, nos gustaba demasiado dibujar y a los dos nos odiaban todos. A él, por tener el pelo demasiado teñido; a mí, por tenerlo muy normal.
Cinco años después de terminar el colegio, me llegó la invitación de Rave. No lo había visto durante todo aquel tiempo. Me sorprendí, entonces, de que haya averiguado mi dirección y que me invitara a pasar un fin de semana en su yate privado. Vaya, me dije, sí que ha llegado lejos el muchacho. A su carta adjuntaba una foto suya, supuestamente actual, en la que aparentaba gozar de buena salud. En la post-data, aclaraba que podía visitarlo con quien yo quisiera.
Llegado el fin de semana, mi novia y yo llegamos al lugar que señalaba la carta. Un guía nos llevó hasta la cubierta de la embarcación, donde un Rave moreno y rubio, de lentes oscuros, nos saludó a ambos con cortesía, como si fuéramos una pareja interesada en rentar el yate. Pocas horas después, nos hallábamos en medio del mar. Mientras mi novia nadaba en la piscina, Rave y yo recordábamos un poco los días en la secundaria. Paulatinamente, fuimos ganando toda la confianza que nunca hicimos en el colegio.
La tarde del domingo, Rave nos pidió que lo acompañáramos al viejo teatro en ruinas. Éste se encontraba en las afueras de la ciudad, por lo que mi novia y yo aprovechamos para visitar algunas granjas. En medio de ellas, encontramos el viejo edificio, rodeado por un césped muy alto. Entramos en él, y Rave nos guió por pasadizos angostos, con plantas que invadían las paredes y muebles de madera sumamente deteriorados. No recuerdo bien el camino, pero sí que al final llegamos a un lugar abierto, iluminado con un suave tono amarillo. Frente a nosotros, se alzaba el escenario.
Subimos los tres. Mientras mi novia y yo tratábamos de adivinar de dónde venían las luces, Rave susurraba algo indescifrable. Tenía los ojos cerrados y el entrecejo fruncido. Al final de su rezo, respiró profundamente.
Dudo que alguien pueda creer el resto de lo que presenciamos aquella tarde. Las paredes y escombros del teatro ya no estaban. En su lugar, unas nubes muy blancas nos rodearon y empezaron a ascender, cada vez más rápido. Nos llevaban hacia el cielo, como si se tratara de un ascensor. En determinado momento, las nubes bajo nuestros pies desaparecieron, dejándonos caer al instante.
Pensé que era el fin, que entonces despertaría en mi cama sudoroso, tras la pesadilla más tonta que jamás había tenido. Esa era mi esperanza. Nos escuché gritar, a mi novia y a mí, pero no por mucho tiempo. Pocos metros más abajo, cada uno había caído sobre la espalda de un gigante. O lo que parecía ser uno, pues al menos el mío era verde.
Volvíamos a ascender con rapidez. Un destello apareció de pronto, impidiéndome ver del todo a mi chica, que parecía estar sobre un mamut rosado, y a Rave, cuyo salvador tenía el aspecto de un enorme pez. El destello me cegó completamente. Cuando abrí los ojos, ya habíamos dejado de subir. Bienvenidos, dijo Rave, este es el final de mi universo.
No tenía palabras que decir. Atiné a mirar a la mujer sobre el mamut rosado, que parecía tan confundida como yo. Volví a mirar a mi viejo compañero de clase, y cuando estaba a punto de decir algo, una voz en off me interrumpió: “alabado sea nuestro nuevo rey, que ha trascendido toda gloria imaginable, alabado sea quien ha llegado hasta aquí, para ser testigo de su coronación…”. Así es, me dijo Rave, volviendo a captar mi atención.
- Todo cuanto puedas ver bajo las nubes es ahora mi reino. No te preocupes, no es el mundo que conoces. Es mi mundo.
- Pero…cómo…no entiendo nada…
- Es muy sencillo, mi querido amigo. Ellos me acaban de nombrar como su nuevo dios.
- ¿Ellos…?
Mi novia y yo miramos alrededor. Centenares, no…miles…no, millones, quizás billones de seres asombrosos aparecían de debajo de las nubes y nos rodeaban. Seres marinos, terrestres y voladores. Todos raros, todos únicos. Todos al extremo de todo. Volví a mirar a Rave, mucho más sorprendido, si cabe. Es como un ascenso, me dijo, en palabras sencillas.
- Pero, esto…es imposible…
- Ja, ja, ja, sí, sí…yo también llegué a pensar eso. Es muy difícil quitarse la idea de la cabeza, pero sé que lo lograrás algún día.
- Esto no puede ser más que un sueño…
Su palma cayó sobre mi hombro y decidí callar. Me miró un largo rato, sonriendo.
- ¿Sabes que eras la única persona del aula que me dirigía la mirada al hablar?
Lo pensé un momento y recordé. Todo, desde el primer grado de secundaria hasta el último. Recordé el viejo cuaderno de dibujo que alguna vez enterré en el jardín, cuando cursaba el último año. Mis ambiciones frustradas.
- Vaya…no sé si duele más aceptar que todo esto es real…
Lo miré de nuevo y decidí sonreír.
- …O ver que un amigo del colegio me ha superado, y por mucho.
Reímos juntos por primera vez, a mandíbula batiente, como si nos hubieran contado el mejor chiste de toda nuestra adolescencia. Yo reía como él, con los ojos cerrados, casi a punto de llorar, de felicidad y de rabia, mezcladas con tristeza. No sé cuanto rato estuvimos así…
Pero cuando abrí los ojos, ya no estaba.
Miré alrededor. Me hallaba en la azotea de un gran edificio, posiblemente en la Gran Ciudad. Mi novia estaba a mi lado, también sorprendida. Nos miramos largo rato, tratando de asimilar todo lo visto, tratando de saber si había sido un sueño, una fantasía o lo que diablos hubiese sido…Nada. Lo único que alcanzamos a hacer fue abrazarnos. Ella lloró un rato sobre mi pecho y yo sobre su cabellera. En cierto momento, alcé la mirada hacia el horizonte. Un ocaso agridulce se extendía tras los demás edificios, bañando de amarillo toda la ciudad. Entonces pensé que no quería olvidar nada de cuanto había visto aquella tarde. Nunca, nunca más.
Pero, de pronto, sucedió algo que me llenó de terror: tuve la extraña sensación de que aquella escena ya la había vivido antes y que, ya antes de recordarla, la había vuelto a olvidar. Touché.
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Rеаd thrоugh Frее Bооkѕ O...
Hace 4 años


1 comentario:
Touché!
Al inició me capturó el imaginarlos, el imaginar sus cabellos y sus cuadernos de dibujos y ya luego...sólo me deje llevar por las palabras,eso sólo me sucede aveces, tus textos son limpios por decirlo de alguna forma, los leos sin detenerme, y los leo con tranquilidad creándome imágenes (ésto lo digo en general por los textos anteriores, y claro por este también) y cómo siempre tus finales!me gustan mucho!Touché.
Mg! :)
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