-El café se está por acabar, pero tengo mucho té.
-Entonces serán 200.Ahora que si te interesa podría abrirte una línea de crédito y recibirías mensualmente el recibo por la cuota.
Ambos sonrieron con esa dosis de idiotez que caracteriza al que cree encontrar algo bueno. Pero Equis reconoció ese cinismo pueril, sí, su ex mujer.
El tipo de mujer al que más detestaba y al que más quiso.¿miedo? quizá, de encontrar el mismo contenido en este nuevo empaque. Su sinceridad le hizo reconocer que este empaque estaba mejor cuidado, quizá la profesión, el mercado competitivo demandaban mayor inversión en esa envoltura.
Zeta terminó de vestirse, el mismo silencio incómodo daba el efecto sonoro a la escena, Equis evitaba pensar, la experiencia le enseñaba que en estos asuntos el que piensa la caga olímpicamente al menos que sea canchero, facture más de 3 mil por mes y que guarde cierto parecido con Marlon brando o Brad Pitt en su defecto. El salió del baño y entendieron que si existe algo peor que el silencio incómodo es lo que se "dice" para romperlo.
-¿qué y te vas por ahí?
-No, pensaba quedarme y limpiarte la casa, está incluido en el paquete a nuevos clientes.
-Ah claro.
Fue por sus cosas y se dirigió hacia la puerta con la intención de que ella lo siguiera, pero No. Algo muy en el fondo le decía a Equis que ella se sentía cómoda, confiada, como si ya hubiera notado que le gustaba. Seguramente era su torpeza en el hablar,"sólo una chucha puede convertir a un tipo con tacto en eso que se estaba moviendo por su sala tratando de escapar",pensó con la rapidez en que se piensa en esos segundos sufrientes.
De día se le veía mucho mejor. Ella pensó lo mismo de él. Ambos coincidían en ese gusto horario por la gente: que de día se vean discretamente inofensivos, tiernos, intelectuales, pero que de noche te provoque esconderte en su sexo con la esperanza de abrir otras puertas.
Salieron. Él iba más rápido, adelante, notó eso, la esperó.
-¿Dónde enseñas?
-En un colegio como a unas 20 cuadras, pero no voy hacia allá ahora, tengo el turno de la tarde.
-¿a qué edades enseñas?
-No me he levantado a ninguna de mis alumnas, si acaso por ahí va la pregunta.
-5º de secundaria, generalmente es muy fácil sacarle a un hombre la información que no quiere dar, pero esperé más dificultad de ti.
-tengo un sublime, ¿se te antoja?
Ella lo recibió y evitó reírse. Le causaba mucha gracia ver nervioso y torpe al muchacho seguro de anoche.
-Parece que la mañana te asusta.
-Cuando amanezco acompañado, a veces.
por alguna razón sabían que la próxima esquina dividía sus rutas, pero nadie dijo nada, en realidad se veían muy bonitos así.


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